Los índices de siniestralidad de mujeres y hombres se aproximan en las franjas de mayor edad, siendo prácticamente iguales (o incluso mayor el de las mujeres que el de los hombres) en la de 65 años en adelante. Así se desprende del estudio “Situación de Mujeres y Hombres en materia de accidentalidad laboral y enfermedades profesionales”, publicado el en 2017 por OSALAN (Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales). La explicación es básicamente por la menor posibilidad de cambio de puesto de trabajo de la mujer, debido al tamaño de las empresas en que desempeña su actividad, siendo pocos los casos de jubilaciones anticipadas.
Por lo que respecta a los accidentes de trabajo, en el resto de grupos de edad, se aprecia que los hombres tienen mayor probabilidad de sufrir siniestros en su trabajo, siendo algunos de ellos mortales. La razón fundamental se debe a la segregación horizontal del mercado de trabajo, que lleva al colectivo masculino a concentrarse en actividades donde los riesgos de seguridad son mayores.
Así, mientras que en el caso de las mujeres, la ocupación que concentra mayores incidencias es la de “Trabajadoras en restauración, servicios personales, de protección y vendedoras (42,9%), seguida de “Ocupaciones elementales” (29%), los hombres presentan una distribución más equilibrada entre sus tres ocupaciones principales “Trabajadores de la industria y de la construcción (31,8%), seguidos de “Operadores de instalaciones, maquinaria y montadores” (24,1%) y de los trabajadores con “Ocupaciones elementales” (24,2%).
Sobre la forma de accidentarse existen también diferencias de género, si bien el colectivo femenino principalmente se debe a sobreesfuerzos (44,4%), en el caso masculino atiende, no sólo a sobreesfuerzos, sino también a otras causas como: aplastamiento sobre objetos inmóviles, choques contra mecanismos en movimiento y contacto con utensilios peligrosos.
En el caso de los accidentes “in itinere” se observa que es superior en mujeres que, en hombres, siendo similar en cuanto a accidentes de tráfico, y superior en el resto de incidentes, como los realizados por desplazamiento a pie o en transporte público. Por lo que se refiere a accidentes no traumáticos, el nivel de accidentalidad es superior en hombres en todos los años y niveles de gravedad.
Si analizamos las enfermedades profesionales, según el estudio se detecta mayor incidencia en hombres que en mujeres, y entre éstos en mayor grado en los de mayor edad, siendo diferente la media de baja de los hombres que en 2015 fue de 28 días, que de las mujeres que es de 36 días.
La mayor proporción de bajas laborales en hombres se concentra en sectores como industria y construcción, mientras que en mujeres corresponde a hostelería, cuidados personales y vendedoras. Por lo que respecta al sector servicios, sin embargo, se equiparan los datos entre hombres y mujeres. Del informe se desprende mayor riesgo de enfermedad profesional en edades más avanzadas y según datos de la OMS se refleja mayor índice de alteraciones mentales (depresión, quejas psicológicas y somáticas) siendo el doble en mujeres que en hombres, presentando en el colectivo femenino peor evolución.
El estudio recoge tres aspectos fundamentales en la diferenciación entre mujeres y hombres en el ámbito laboral:
-La segregación horizontal del mercado de trabajo: Sólo en el sector servicios hay más mujeres que hombres, concentradas en actividades como hostelería, educación, actividades sanitarias y servicios sociales, actividad en los hogares y personal doméstico. En el caso de los hombres, la mayoría desempeña su trabajo en el sector industrial, primario, construcción y algunas ramas de servicios como transporte y almacenamiento. Cabe destacar que las actividades de mayor equilibrio de género son las actividades profesionales, científicas, técnicas y las artísticas, recreativas, de entretenimiento y en puestos de la Administración Pública.
-Condiciones laborales: las mujeres superan a los hombres en contratación temporal y es en mayor medida elevado el porcentaje de mujeres a tiempo parcial, siendo menor la participación de mujeres en tareas de prevención. La división sexual del trabajo es una realidad, dedicando los hombres casi dos horas al día a actividades de trabajo, formación y ocio, mientras que las mujeres dedican ese tiempo a funciones domésticas y del cuidado del hogar.
-Exposición a riesgos laborales: los hombres presentan una mayor exposición a riesgos de seguridad e higiene asociados a condiciones de trabajo propias de sus actividades (ruido, vibraciones, exposición a sustancias…) siendo las mujeres más proclives a padecer riesgos por exigencias posturales, carga física o mental.